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En los últimos años, la crisis del cambio climático ha obligado a las empresas a pensar en maneras de ser más ecológicamente responsables, a la vez que hacen más eficientes sus operaciones, mejoran la calidad de trabajo de sus empleados y ahorran en sus gastos fijos. 

Es en este contexto que la práctica del uso de toallas de papel en los baños ha sido puesta en tela de juicio, ya que la ciencia ha comprobado que el impacto ambiental que tienen es muy elevado y, al mismo tiempo, significan un riesgo para la salud de los empleados y colaboradores.

Actualmente, hay muchas opciones más sostenibles que el uso de toallas de papel. En este artículo te contamos seis datos científicamente comprobados sobre las toallas de papel y las alternativas ecológicas que existen.

El problema de las toallas de papel en los baños 

1. Las toallas de papel no se pueden reciclar

Dentro de la clasificación de los productos reciclables, las toallas de papel son consideradas residuos contaminados, ya que, en su uso normal, entran en contacto con restos de comida, grasas, fluidos corporales y desechos animales. Es por esto que no se consideran para entrar a un proceso de reciclaje con otros productos de papel “limpios”, como revistas y papeles de oficina, y terminan en un vertedero para desechos comunes sin posibilidad de reciclarse.

Además, aunque las toallas pueden fabricarse con papel previamente reciclado, casi siempre son el último producto que se fabrica en la cadena de papel. Esto quiere decir que el material ha sido reciclado hasta siete veces anteriormente. Por lo tanto, las fibras que las componen son demasiado cortas para que puedan ser convertidas en nuevos productos de papel.

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2. La descomposición de toallas de papel contribuye al calentamiento global

Solo en los Estados Unidos se generan más de 3,000 toneladas de desechos de toallas de papel al año. A nivel mundial, las toallas de papel desechadas generan 254 millones de toneladas de basura cada año. La descomposición de los productos de papel, y los desechos sólidos en general, produce gas metano que es 28 veces más potente que el dióxido de carbono, y en consecuencia, contribuye en gran manera al problema del calentamiento global.

3. La toalla de papel promedio genera más CO2 por secado que otros métodos

El análisis del ciclo de vida de una toalla de papel muestra que los efectos de la tala de materias primas, el transporte, la fabricación, el empaquetado y el almacenamiento producen una gran cantidad de CO2 en la atmósfera. 

Científicos australianos realizaron un estudio para cuantificar los efectos de la reducción general de residuos y concluyeron que las emisiones de gases de efecto invernadero de los vertederos contribuyen al cambio climático global. Este sector contribuye alrededor del 3% de las emisiones netas totales en Australia.

Por su lado, en Estados Unidos los residuos sólidos municipales globales, que incluyen todos los residuos de papel, ascienden a aproximadamente 1.300 millones de toneladas por año y se espera que aumenten a aproximadamente 2.200 millones para 2025, según este estudio.

4. Las toallas de papel son una de las mayores causas de desagües bloqueados

Una de las razones por la cual las empresas están optando por secadores de mano automáticos, es para evitar que las toallas de papel bloqueen los inodoros. A muchas personas les gusta usar las toallas de papel como una barrera en el asiento del baño, ya que brindan cierta protección adicional, pero el problema es que la mayoría de las veces ese papel termina bloqueando el desagüe. 

Otro problema común es el que pasa en los colegios o en los bares, donde es muy común que los usuarios desechen las toallas a través del inodoro.

Este estudio de una Universidad en Istanbul concluyó que los residuos de papel pueden contribuir a tapar las cañerías en hogares y comercios. Esto sucede porque las fibras no se descomponen y los bloqueos se vuelven inevitables, generando problemas al personal de limpieza y originando situaciones desagradables y poco higiénicas.

5. Un dispensador de toallas de papel vacío es el mayor riesgo para la higiene

Según una investigación realizada por la doctora Lorna K.P Suen en la Universidad Politécnica de Hong Kong, el uso de secadores de aire sin contacto es el mejor método para eliminar las bacterias en las manos, mientras que secarse las manos en la propia ropa es el menos efectivo. Secarse las manos en una posición estacionaria elimina más bacterias que secarse las manos con toallas de papel. Este mismo estudio probó que no se detectan diferencias significativas en la reducción de bacterias entre el uso de una o dos toallas de papel para secarse las manos; por lo tanto, recomienda utilizar menos recursos para mantener la sostenibilidad ambiental.

6. Los dispensadores de toallas de papel son un foco activo de bacterias y virus

La interacción que tienen los usuarios con el dispensador y otros elementos del baño favorece un ambiente húmedo y propenso a la proliferación bacteriana. Un estudio realizado por la American Journal of Infection Control encontró que los lugares donde se encuentra una mayor concentración de bacterias en un baño público son, en primer lugar, las manillas de las puertas y, en segundo, los dispensadores de papel. Esto aumenta la probabilidad de contaminar las manos de los usuarios después de haberlas lavado.

Una alternativa más ecológica

La contaminación ambiental debido al uso de toallas de papel es real y persistente. Sin embargo, el cuidado del medio ambiente es responsabilidad de todos. Por eso, las empresas que actualmente optan por soluciones más ecológicas son altamente valoradas por el compromiso expresado en esta materia. 

Los secadores de manos eléctricos en los baños son la solución al problema que la industria del papel de manos supone a la crisis del cambio climático. Esta tecnología es de las más higiénicas y tiene una huella de carbono mucho menor a la que generan las toallas de papel. Además, su diseño ultra veloz y de bajo consumo permite brindar una experiencia agradable al usuario, sin dejar de ser eco amigable. 

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